viernes, 17 de octubre de 2008

Y que gane el futbol...

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Desde que por limitaciones propias dejamos de asistir a los mundiales, el cliché de "mediocre" se convirtió en marca registrada del torneo de fútbol peruano.
Si nos remitimos a lo meramente futbolístico, solo se habla del pobre nivel de nuestro jugadores, de los obsoletos planteamientos tácticos, del escaso nivel de nuestros equipos y de que el aporte de los técnicos, sean nacionales o extranjeros, es nulo. Ni el subcampeonato de Sporting Cristal en la Copa Libertadores de 1997 o los títulos de Cienciano en la Copa Sudamericana 2003 y la Recopa Sudamericana 2004, ayudaron a lavar la cara del "julgol lorcho". Obviamente que en la enumeración de deficiencias no incluimos nuestras carencias dirigenciales, logísticas y de organización, pues si así fuera este espacio quedaría corto.

Por encima de la satanización que casi a diario recibe el campeonato nacional, el fútbol sigue siendo pasión de multitudes. ¿Alguien puede entender que en un medio donde campea lo malo sea necesaria la presencia de tres diarios, decenas de espacios televisivos e incontables programas de radio para satisfacer la demanda informativa de los hinchas? Si un desconocido del tema se detuviera a analizar esta realidad, diría que somos campeones mundiales y que nadie nos pasó la voz.

Pues bien, ese campeonato que tanto criticamos vuelve a rodar desde mañana. Sí, al toque nomás. Acabó uno y empezó otro. En tiempo récord, como para ir acorde con la velocidad de este mundo globalizado. Y salvo la contratación de Elkin Murillo en Cristal, lo demás es, hasta ahora, la misma chola, solo que con diferente poncho.

Sin considerar los partidos top de la temporada, en el resto de encuentros se espera estadios casi vacíos. Sí pues, las multitudes siguen el fútbol pero a lo lejos, como un amor platónico. Con taquillas que apenas dan para pagar guardianías. Pese a ello, existe la esperanza de que esta vez sea distinto y que por encima de todo gane el fútbol.